1.
Como toda publicación independiente, el camino para editar mi libro ha sido complicado, si se compara con “la comodidad” que da hacerlo con una editorial. ¿Ellos hacen todo y el autor se limita a cobrar regalías? Obvio no, pertenecer a una conlleva vender el alma al diablo, y aunque da ridículas ventajas, se pierde la autonomía, así que prefiero irme por la libre, la edición independiente, en donde lo que se necesita es dinero.
Aunque suene lógico, para publicar un libro primero hay que escribirlo y ello requiere invertir bastante tiempo. Cuenta la leyenda que grandes literatos como Mario Vargas Llosa o Carlos Fuentes (†), tardaron años para terminar “la obra” que les dio fama mundial.
El modo de vida de Llosa, ejemplo de quien vive de los libros, le permite escribir todo el tiempo. Recién confesó su rutina: se levanta a las 7:00, corre, desayuna y lee. A las 8:30 está ante su escritorio, redacta y corrige. Escribe literatura de lunes a sábado y el domingo lo hace para la prensa. Por la noche va a presentaciones o ve a los amigos.
Fuentes, por su parte, preparaba su desayuno, se bañaba y trabajaba de 7 a 12, un hábito, decía, “nada laborioso” sino “un placer muy grande”. Si viajaba escribía en el avión, la playa o en taxi. Explicaba que lo hacía: “a mano, con pluma, en cuadernos; luego, tengo gente que me ayuda a pasarlo en máquina y llevarlo a la imprenta”. Ya por la tarde se dedicaba a placeres como leer.
Lo que ninguno de los dos revela es que aparte de vivir para y de la literatura, contaban con una infrae$tructura que les permitía dedicarse a las bajas pasiones: Mario tuvo varias novias y hasta “cambió de esposa”, mientras Carlos era conocido por sus múltiples amantes.
2.
Mi caso es lo opuesto: trabajo de 9 a 6 tratando de salvar el medio ambiente (de verdad, lo intento), rodeado de jefes ineptos, mujeres mañosas y hombres tramposos. Vivo en el sur de la ciudad: en un departamento de dos pisos, sin elevador, y que tras más de 15 años habitando ahí, me siguen cansando las escaleras.
Los vecinos son corruptos empleados del gobierno, mujeres chismosas, mecánicos que prefieren hacer el amor a sus autos que a sus esposas, zoofílicos caninos, borrachos, sirvientas ladronas, hombres a su mujer con la amante, adoradoras del diablo, niños problema, drogadictas, fanáticos del futbol, padres que ven a sus hijos como una maldición… y fantasmas. Por su parte, ellos dicen que soy un "pinche brujo del que hay que cuidarse".
Imaginen que me levanto un sábado a las 8:00, como Fuentes o Llosa, a escribir: desayuno, me baño y me siento ante la laptop a las 9:00, comienzo a teclear y a las 9:30 suena el timbre: es el lechero, escribo y a las 10:00 me surte el pedido, escribo y a las 10:30 recuerdo una cita. Mi esposa y yo pasamos varias horas en la calle, atendemos el hambre, luego tomamos un café o vamos al cine (a veces tomo notas sobre el tema del que escribo), volvemos a las 22:00, escribo de nuevo, pero suena el teléfono:
– con la señorita Rosario López – pide una voz con tono sudamericano.
– es señora – invento, sé que se equivocaron – ya tuvo dos niños.
– ¿se encuentra en casa?
– obvio no – digo – si estuviera yo no estaría cambiando los pañales a los gemelos.
– hablamos del banco Citi para recordarle que debe tres mensualidades de su tarjeta de crédito.
– mira tú, qué emocionante es tu trabajo: aterrorizar gente…
– ¿seguro que no está? – carraspea el hombre.
– déjame buscarla debajo de la cama – me burlo – ¿escuchaste que dije NO ESTÁ? si anduviera por aquí ya la habría dado el teléfono para que te rindiera cuentas de lo que le compra a su amante con esa tarjeta.
– ¿podría darle un recado? – pide el joven.
– no, tú encuéntrala y dale el mío: los gemelos lloran a diario, son insoportables, y si no vuelve para mañana en la noche, se los regalaré a su hermana solterona que tanto los odia.
Cuelgo, pero para entonces estoy cansado, me ataca el sueño, así que me olvido de escribir y me subo a dormir.
3.
Los vecinos lo complican más: escribo y la satánica martillea paredes, escribo y escucho al mecánico trabajando (y bajo a pedirle quite el taller que montó en mi estacionamiento), escribo y dos histéricos padres maldicen a sus hijos, escribo y el chillido de los simios futboleros se escucha en todo el edificio tras un gol, escribo y un pervertido hace llorar en el baño a su hija de dos años. Cierro las puertas y ventanas de toda la casa.
A ello hay que agregar la vida cotidiana: escribo y recibo whats, escribo y recuerdo que debo apretar dos tornillos de la alacena, escribo y mi esposa me pide que saque la basura, escribo y google me notifica que un hacker quiere robarse mi blog "Basurero de almas", escribo y prevengo que no tarda en llegar un brujazo, escribo y urge ir a la tienda por un ingrediente para la comida. Me harto, lo dejo, leo y ya nadie interrumpe.
Por la tarde suena el teléfono cuando estoy terminando un texto.
– Juancho, te estoy esperando – escucho la voz de una mujer.
– no voy a ir – armo otro cuento: número equivocado.
– pero quedaste de venir – se queja.
– me vale una chingada – contesto.
– no me hables así – exige – ¡soy tu maaadre!
– no iré – le advierto.
– dijiste que me traerías el dinero – se queja.
– ya me cansé de mantenerte… eres una parásito.
– respétame – exige la mujer – yo te parí y…
– no pedí nacer: eres la culpable de que exista por coger con mi papá.
– ¡Dios mío! – exclama – ¿cómo te atreves…?
– vete al carajo.
– eres un desgraciado – se queja – ningún hijo le habla así a su mamá.
– yo sí… y no vuelvas a cruzarte en mi camino – le advierto y cuelgo.
¿En qué parte de mi texto me quedé?
4.
En este contexto, las irritantes interrupciones vecinales y la falta de tiempo (además del que invierto en escribir textos para mi dos blogs y leer), hay que agregar que mi próximo libro tuvo varias versiones a largo del año que tardé en escribirlo: la primera llegó a tener 230 cuartillas, misma que corregí, reescribí, modifiqué y al final reduje (la idea original era un conjunto de textos independientes), hasta quedar en una cantidad de hojas menor, con respecto a la original, y con una estructura novelada.
continuará
No hay comentarios:
Publicar un comentario